viernes, 28 de septiembre de 2007

Naufragio en Septiembre



Comenzó a extrañar el agua dulce, sentir la garganta seca, los labios blancos partidos de sal, respira arena, le lloran los ojos por costumbre.

Lloran por la comida cuando las tripas le recuerdan el olor de la cocina, lloran por el calor de las plumas, mientras la piel se eriza con el frío que llega a los huesos mientras las manos se entumen.

Por los sueños rotos y los atardeceres perdidos…por “la paz” entre la guerra.

La sensación de la tormenta golpeando el navío no pasa, el barco encallando entre rocas se detiene a esperar que el agua finalmente lo abrace y lo deje en el fondo.

Las estrellas no revelaron la ruta a seguir. Sin compás, guía y medias ganas, se navegó a la deriva y sin dirección. Pero cuando “el Viento” y “el mar” pelean, no hay embarcación que lo resista sin un buen timón.

Entonces con apenas aliento, exhausto, con el dolor intenso de la cefalea que no le permite hilar pensamientos; entre abre los ojos, la luz quema sus retinas y los entre cierra.

El delirio le hace perder la noción del tiempo, el escaso alimento pasa sin sabor, los fantasmas le hacen pensar en el día que se sarpó con esperanza, en las sonrisas, la compañía y el amor, mas la tormenta arroja las añoranzas al viento.

Nunca se pensó que el corazón quedara a la deriva, en espera de ese atardecer que le llenará de paz luego de un huracán.

La historia comenzó con kena. Y en el recuento de los daños aun se puede sonreir al ver y pensar en el SOL<>.

Annie.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Edén


Después de sentir el recorrido de las gotas en tu muñeca, aun tibias, pasas saliva, sueltas lágrimas; una por cada momento antes de tu agonía. Entras en el letargo de los recuerdos apenas respirando, apenas latiendo. Y en donde el mínimo de luz te parece el cielo.

Tu cuerpo te duele igual o más que el alma, estás agotada, cada instante que pasa por tu cabeza en esos minutos es una vida, las risas, los sueños, su aroma, sus ojos, los detalles juntos, las manías, las siluetas.

Ahí es cuando te preguntas sonriendo “¿Por qué si viví tanto ahora la agonía?”

Y te respondes llorando “porque el alma grita, porque el alma suplica, porque el alma se derrota al ver al la inspiración de sus pasos ignorarle y pasar de frente.”

“Porque te duele verle y te dueles verte esperando, paciente, te dueles mas aun, verte sin esperar” Aun le sientes, lo amas, lo piensas como si pudieras verle y adivinar sus pasos, Te duele saber y sentir hasta los huesos que lo amas, pero hoy crees que la herida es letal.

Te duele ver las gotas en tu muñeca, verte sin fuerzas, apenas hablando, caminando y moviéndote para no congelarte, sintiendo que el frío comienza a recorrerte desde el tobillo hasta las ganas.

Entrecierras los ojos, o los entre abres para alcanzar a ver lucecitas que destellan, unas se encienden otras se apagan, pero la falta de oxigeno que dejo el paso de las navajas en tus venas hace que no veas claramente y ahí en el silencio, en donde ni tu conciencia habla, esperas el momento en que una Luz te lleve al “Jardín del Edén” y con los dedos cruzados, quisieras menos por esta vez, no cambie de dirección en el trayecto, cualquiera que sea para llegar allá.

“Quédate quieta, intenta respirar, no estas sola, te vamos a ayudar, ¡Sostén mi mano!, ¡Oxígeno!, ¡Una ambulancia! …No me sueltes, ¡quédate conmigo! ¡No te rindas!, ¡Toma mi mano!“…


Son aquellas las voces sordas y agitadas que entre lucecitas distingues de quienes con primeros auxilos intentan que tu alma se salve.

...dedicado a Fanny