jueves, 18 de octubre de 2007

La Presa de los Ángeles.

Cuenta mi abuelo de ahora 92 años que en 1966 trabajó en la presidencia del pueblo de Atotonilco el Grande, Hgo. Ahí mientras pertenecía al junta de aguas consiguió hicieran un canal que abastecería la presa subiendo agua desde Omitlán. Esta presa abastece hoy a casi 500 usuarios, y en sus inicios recibía el agua que se bombeaba desde las minas de Real del Monte cuando eran altamente productivas.


José Ángeles se llamaba el presidente que hizo grandes avances para el pueblo, construyó la primera primaria, trajo al primer maestro de carpintería, al primer maestro de música, y al primer fabricante de ladrillos que construiría la escuela, de ahí el nombre de la presa.

Fué entonces donde me encontré parada en la tierra roja, con la mano temblorosa de mi abuelo, sus mejillas rosadas y arrugadas, sus ojos "pispiretos" luego de ver el atardecer más hermoso en años. En "La Presa de los ángeles" con mas agua que nunca, con oleaje ligero, aroma de pueblo. ¡Mi pueblo!

Llegué con un sentimiento fuerte en el pecho que oprimía mi fé y al llegar, entendí que lo que necesitaba era un buen baño de luz. Cerré los ojos, los abrí, respiré profundo, sonreí, me sonreí.

Admiré el paisaje, inhalé la vida, contemplé los colores dorados que se reflejaban en las milpas y lo rústico.

Entendí que siempre los ángeles estarán dispuestos a bañarme de luz para limpiar el dolor que pueda albergar mi alma. Y que ver el brillo de los ojos de mi abuelo me dá paz.




De ahí que hoy recuerde la oración que rezaba mi Abuela para dormirnos cuando éramos niñas. Recuerdo que tenía un cuadro en la habitación tenebrosa de la casa grande. Y aún si cierro los ojos puedo imaginarme entre las cobijas y escuchar su voz dulce, susurrando…

..."Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares, ni de noche, no de día, hasta que descanse en los brazos de Jesús, José y María. Amén."...