“El palito del recuerdo no se le niega a nadie” -¡Voy a inmortalizar esa frase!- dijiste luego de soltar una risa contagiosa, única y linda, muy tuya. Así fue el reencuentro de aquellas que a edad madura se reúnen para hacer sus confesiones y conclusiones de quienes se conocieron siendo nadie en la época en que cada hecho hace que hoy lo sean todo.
Entre Sapos y Príncipes de ilusión, concluimos en la afinidad macabra que puede dar el besar aun mismo Sapo o el perder al mismo “príncipe encantado”. (Cuestión de enfoques).
Analizando el caso, ¿Quién nos habrá metido en la cabeza que besar a un sapo lo convertiría en príncipe? Si nuestras mamás nos contaban esos cuentos para dormir la neta ¡que gachas!
Porque literalmente dormíamos para soñar con eso y decidimos nunca despertar de esa teoría que hasta hoy nos viene persiguiendo.
Pero bueno te decía, entre martinis, cerezas y un poco de tensión requerida, ira reprimida y la amistad más bizarra para los ojos de los demás; nos encontramos frente a frente, desafiantes pero con la guardia baja, firmes y 100% confiadas a cada una y a las dos.
Somos una combinación rara pero divertida y para muchos peligrosa (Me encanta la adrenalina)
Pero estamos, confiamos porque en el fondo sabemos exactamente quienes somos y de lo que somos capaces del lado del bien y el no tanto. Solo puedo decir... Mucho gusto en reconocerte, ¡es un placer!.
Pero dicho sea de paso y volviendo al asunto de los príncipes confieso una debilidad por el de “Maquiavelo” digamos que va con mi personalidad.
Anniemay.
-“es necesario que un príncipe que desee mantenerse en su reino, aprenda a no ser bueno en ciertos casos, y a servirse o no servirse de su bondad, según que las circunstancias lo exijan”
-“¡Cuán digno de alabanza es un príncipe cuando mantiene la fe que ha jurado, cuando vive de un modo íntegro y cuando no usa de doblez en su conducta!”
“El Príncipe “ Maquiavelo.
