domingo, 8 de julio de 2007

Línea Sentri

Ruidos de motores viejos, calor sofocante en un auto cuyo aire acondicionado deja mucho que desear en una fila interminable para cruzar por la frontera mas transitada del país, San Isidro.

Ahí entre regetón y “aguazos” se despliega el color de la cultura fronteriza donde vendedores paisas de mirada profunda y arrugas de trabajo promueven objetos artesanales de la Guadalupe, sombreros y jarros de barro.


Otros ya más sofisticados, venden cobijas de Chinconcuac con diseños de Dallas team, o mesas de madera con imágenes de “Cars”, ver a “Hello kitty” en toda su expresión en forma de alcancía mexicana, es todo un folklore.


La línea que se ha de cruzar para pasar del calor al clima que parece cambiar solo con pasar al otro lado es un fenómeno muy peculiar y placebo psicológico más que válido para el dolor.

Ahí luego de apagar el aire, volverlo a encender, abrir las ventanillas, volverlas a cerrar, cambiar de posición repetidas veces, reclinar el asiento volverlo a enderezar, y ver a los “Canines “chambear de auto en auto y de motor en motor fue donde me dí cuenta que me gusta mi país.

Me confirmé que TJ es un gran lugar para dejar el apéndice y que sin duda me gustaría tener mi tarjeta Sentri para no tener que dejar empapada la blusa por tantas horas extras de delirio por calor y cruzar las líneas de la vida con mayor facilidad.

Anniemay

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre crei que lo mejor de Tijuana era San Diego.

Desde que recuerdo, siempre era mejor cruzar.
La gasolina era más barata, las peliculas más nuevas, las calles, playas y parques completamente limpios.

Desde chico, existían Toys R Us y Mc Donald's.

Price Club era la sensación.

Y nada como ir cada semestre en viaje escolar a Sea World, Disneyland, Six Flags o Knott's Berry Farm.

Cada domingo se iba al otro lado. Había que levantarse temprano pues nos esperaba mucha línea.
Podía ser hasta UNA HORA de espera. je je

Conocía el procedimiento de memoria, toma el agente tu pasaporte, (para los locales existía una tarjeta de residente fronterizo :p); medio lo revisaba y preguntaba sin esperar la respuesta:

- "Ah dounde vah?"

- De compras

- Pah sé

Y apenas terminaba de decirlo, ya tenías tus papeles en la mano.

En alguna que otra ocasión, ni eso. Sólo un gesto con la mano en señal de pásele.

Sin embargo, las cosas han cambiado. Ya no es lo mismo ir al otro lado.

Muchas cosas que sólo había allá ahora las encuentras de este lado también.

Y el trato ahora es hostil, la mirada acusatoria.

La espera ahora es de varias horas y menos gente va de paseo y la mayoría por necesidad, a trabajar.

La gente ya no quiere cruzar.
Ya no es grato.

Hay cosas que no cambian, la gente aun le va a los Chargers como si fueran locales, los precios se calculan en bolas, y en la línea siguen vendiendo Cristos de Yeso y alcancías de Bart Simpson.

A la fecha, quizás por estar lejos, me cuesta trabajo aceptar esa separación.

Quizás nunca le he tenido mucho respeto a las fronteras.